domingo, 18 de enero de 2009

Las de perder

El arrepentimiento es una cosa tan vana, tan inservible, no repara lo hecho y no ayuda a sobrellevar la culpa, ni siquiera palia la molestia del directamente afectado. En fin, que Jorge Luis llevaba las de perder, entró hecho una fiera al salón de actos, tomó a la profesora del brazo y medio la arrastró hasta el aula azul de música. Y hay que decir medio la arrastró, porque ella enseguida depuso la resistencia a fin de que no se evidenciara el arrebato.
__Yo no tengo la culpa__dijo, y esgrimió una fachada por primera vez reivindicativa.
La profesora todavía no se sacudía el rol de encima y lo miraba por encima del marco plateado de los lentes, esa tarde había visto a su exmarido del brazo de una chica joven, pero ella no podía ni por venganza...
__Yo no tengo ni tuve la culpa__reiteró él tratando de voltear el status acartonado y endeble que a razón de haberse caído antes ahora no podía sostenerse.
La profesora apenas lograba mantenerse de pie sin que se le doblasen las rodillas, le temblaban las piernas, las manos y también el status, le ardía la cabeza, le cloqueaba la mandíbula y tenía en lugar de Dios a un duendecillo con cara de sátiro que la apuntaba con un dedo incriminatorio.
__¡Le digo que yo no tuve la culpa, fue una trampa!__repitió el joven, tratando de despabilarla, de sacarla del estupor, de recuperarla como la tuvo.
Una alumna había exhibido en su teléfono celular una foto de él y una compañera de clase en el momento justo en que se atrincheraban contra la pared del baño de mujeres. Eso la carcomió un instante, en realidad los carcomió a ambos, a él le duró el tiempo que lleva autoconvencerse de la mentira propia, y a ella hasta que al fin el himno nacional la sacó de la incipiente reincidencia en que incurría. La vulnerabilidad crecía proporcional al vacío que se abría paso, pulsátil, a partir del recuerdo recursivo de ese ex al que aun celaba, era como un atraco de indignación ante el cual algún mecanismo desconocido le activava un aberrante permiso compensatorio. Una mirada de Jorge Luis surtió el efecto combinatorio y a la vez ambiguo de un beso y una cachetada, justo el golpe de gracia que se necesita para lanzarse al vacío,casi logra reingresarla de un solo golpe al mundo delicioso de la timidez, del romance, del juego, del coqueteo, de esa cosa que entra despacito y sin que uno se dé cuenta o sienta culpa, de esa cosa que envuelve y amenaza convertirse en adicción, en ceguera. Entonces una voz en un micrófono anunciando la entrada de la bandera de ceremonias rompió el hechizo, impidió la recaída. El embelesamiento se esfumó casi automáticamente de las pupilas dilatadas de Irene.
El chico la miraba desafiante, la había vencido una vez, había saltado la barrera, y en realidad quería el corazón como trofeo, nada más ni nada menos, a riesgo de morirse.
__No, querido_dijo ahora más serena, ayudada por ese himno que la devolvía a la profesionalidad como por arte de magia, apoyada en esa muletilla infalible, en ese gesto que con los lentes podía ejecutar invariablemente__. No querido, el error fue mío, vos podés estar con cuanta chica quieras, incluso con más, es exactamente lo que debes hacer.
Tras decir esto, Irene se soltó de la débil mano que la sostenía, se acomodó los lentes de marco plateado, y lo saludó con formalidad exagerada.
__¡Profe__alcanzó a gritarle él, desarmado por la inexplicable ausencia de celos, desorientado por la repentina petrificación hecha marcos de plata__yo me arrepiento!
Y al gritar esto se le cayeron todas las lágrimas hasta el momento contenidas, toda la estructura pretendida de hombre, porque a esa edad la masculinidad se confunde con impasibilidad, es por eso que se le cayó todo al piso, todo junto, hasta la carpeta de estudios.
__Y yo también querido__le dijo ella haciendo una seudo detención en la marcha, que reanudó al instante, y sin voltear.
Pero en realidad aunque se arrepentían ambos, lo hacían de cosas muy distintas, y él llevaba las de perder

4 comentarios:

Nelson dijo...

Sí, qué despiadadas pueden llegar a ser algunas personas.

Noelia A dijo...

Está malisimio este cuento insomnio! sinceridad ante todo! jajaja

ciertascosas dijo...

a mi me ha gustado mucho, generó ese instante de tensión necesario para leerlo sin detenerme, y el tema del arrepentimiento, y la mala suerte, y la masculinidad, los celos, tantas cosas del ser humano individuo, del ser humano pareja, que rayan en demencia, es bueno, a mi ha gustado al menos.

Nelson dijo...

hola!