viernes, 6 de agosto de 2010

El amalgamador


El rinco los puso en hilera y los fue llamando, uno por uno, mientras pasaba franela a la trituradora, un aparato gigante con aspas filosas y un extremo cuadrillado por donde los más disímiles materiales salen molidos y homogeneizados.

Primero llamó al irís, y lo empujó a la gran boca, por pervertido, depravado y difamador del sexo dominante. Luego llamó al rosete, por sensiblero y miedoso, afecto a los cosméticos, tendiente siempre a hablar más de lo necesario. Le tocó el turno al hitchi, por sucio y vago y andar haciendo artesanías. Le siguió el blaki, por pandillero y bruto; la patir, por bonita, rubia y hueca; el sudanito, por inferior, negligente, confianzudo y peligroso; el anaergómico, por faltarle algún pedazo, o andar ciego, sordo o mudo y merecer más el Taigeto que el gasto de su mantenimiento; el pichiarca, por adorar al dios equivocado; el terecate, por adorar al dios correcto con demasiado fervor; el politeco, por adorar a más de un dios; el atecúnigo por no adorar a ninguno; el fantascorio, por deificar entidades inverosímiles; la vejemuntera, por tener humor extraño, casi sobrio, y dárselas de superior; la enorma, por pesar más de la cuenta y no entrar en talles M; el juvenectus, por perforarse orejas y nariz, confundir música con ruido, tatuarse y presumir impunemente la juventud; el cultumana, por estudiar demasiado e interferir con el orden natural de las cosas; el ancultado, por saber menos de lo lícito y rebajar la especie humana a la cacosmia; el consumetéreo, por profesar la insolvencia y salir siempre en las nóminas de morosos; el alaitero (o anti-adonayero), por obligar al rosete a vestir burka y por esconder una bomba nuclear; el adonayero (o anti-alaitero), por llevar las barbas largas, cambiarle el nombre a Alá por otro mucho más extraño y disputar escrituras de posesión alaitera; el tomoro, por renegar de la propiedad privada y aliarse con el diablo; el tobireca, por querer independizarse y revelarse contra el país propio; el intopacho, por empecinarse en distribuir gratis lo que a otros les cuesta tanto vender y por mostrar afinidad con el tomoro; el revirete, por no reconocer autoridad alguna; el coloquiato, por sublevarse contra la globalización y hacer apología regionalista; el orizontés, por mirar a través de ranuras, erigir techos en punta, ser parco en demasía, confundirse con el orizontino, usar alfabeto indescifrable y guardar recelo contra el rinco.


En poco rato, el mundo entero había caído dentro de la picadora y había sido amalgamado en una sola masa informe. El rinco se había quedado dándole vueltas a la manivela. Después de pensar un rato, puso en marcha automática la máquina y se tiró de cabeza. Por acusar y matar a todo el mundo, y ser incapaz de resistir la soledad.

9 comentarios:

Óscar Martín Hoy dijo...

Me encanta. Me recuerda un cuento que escribí hace años sobre las partes de una cuerpo que debaten en un juicio.

Viviana dijo...

...y he aquí que somos un TODO con el rinco infinito y eterno...!
¡ALELUYA HERMANOS!

Nelson dijo...

Me ha gustado este rinco sanguinolente, hemolatra como todo dios.
Ahora, le faltó los borrachos, no los ha tocado, ya creía yo que somos inmortales, de repente me salvo...

Noelia A dijo...

Habitantes, deberías subirlo al blog, debe estar bárbaro1

Nelson, es que si tenía que hacer completa la lista se me hacia testamentario de largo, jajaja, pero si, lo que pasa es que deben entrar dentro del grupo de los herejes, los que idolatran a Baco!

Franziska dijo...

Has conseguido mantenerme boquiabierta con esa lista interminable en la que bueno, a lo mejor, también estaba yo incluída en alguna de las especialidades. Menos mal que ese terrible ejecutor decidió apartarse un poco y dejarnos con nuestras sandeces porque todos hacemos algo mal, pero no todo lo hacemos mal ¿no es verdad?

Noelia A dijo...

Ese es precisamente el punto Franziska, todos hacemos algo mal, por ende no deberíamos levantar ni la primera ni la segunda piedra, sobre todo, porque lo que está bien y lo que está mal es siemrpe susceptible de análisis.
La única frase con la que se me ocurre contestarte (y es gramaticalmente absurda) es esta: porque todos somos iguales, por eso, debemos respetar las diferencias

Joe dijo...

Siendo el final tan exacto es muy difícil no sentirse dentro de la amalgama. La alquimia es cosa de brujos y soñadores.

jlg

Joe dijo...

Es que en realidad la segunda versión para la autora no existe, le puse "el fin de amor" yo porque me dio esa imagen nomás, el titulo del libro es "historias de amor", y es Rosa hasta la médula, a mi tampoco me gustan, prefiero las historias de "amor" de Henry Miller, haha!

Abrazo!

jlg

Anónimo dijo...

Estudio Odontología y buscaba información sobre un tipo de aparato que usamos, conocido como amalgamador, pero debo deciros que habéis conseguido mantenerme interesado en vuestra lectura. Ánimo, que buena lectura.