viernes, 17 de septiembre de 2010

Norma

Norma está orgullosa de su ignorancia, anda por la vida catalogando gente mediante falsas percepciones, precipitadas todas, y nadie puede ir a observarle, ni de buenas ni de malas maneras, que su arrogancia es insultante, atrevida y necia sin que se salga con un desplante vulgar seguido de un berrinche pueril.
Transita por la vida desconociendo cuánto la han pintado los muchos estudiosos y estudiosas de los prejuicios y de los discursos hegemónicos que se esconden tras el aparente sentido común. Y esto, siglos atrás. Da crédito a la mayoría, desde luego, Norma siempre va a hacer cita de lo que le conviene, como ser un refrán popular (desconociendo cabalmente que todo dicho oral tiene su contrario, igualmente acreditado), o se va a valer de cualquier subterfugio para salir ganando de cualquiera que la afrente en defensa propia.
....Cree que es libre. Siempre va a creer que lo es, vilipendiando a cualquiera que no se ajuste a sus ideas, si es que puede llamarse idea a lo que se acepta sin reflexión, a lo que se traga sin masticar. Esa libertad que se arroga no es más que la procacidad, el tupé de autoasignarse el derecho de pensar de cualquiera lo que se le cante, y de espetarle dichas percepciones (no razonamientos, está claro que la razón no está presente en estas conductas) como si fueran fórmulas incuestionables. De allí, que cuando el otro se defiende, Norma siente que se la ofende, pues el condenado no acepta su condena y trata de sacarla del error: vaya despropósito, tratar de sacar del error a alguien que no erra.
....La obediencia con que incorpora los prejuicios del entorno y la insolencia con que los suelta, segura de su validez, es irritante. Y como en el mundo, mucha gente vive a la ligera y piensa como ella, esta gente se ríe, la festeja o la valida. ¿Es Norma la culpable? Quién sabe. Nada más es producto.
....He aquí que cuando Norma halla una objeción a sus planteos separatistas, que se abren paso por el mundo cualificando a la gente en grupos y subgrupos de los más variados e irrisorios, piensa que se ha topado con un ignorante. Vaya, se ha topado con alguien que no sabe que en la sociedad hay rubias, gordas, putas, trolos, chupacirios, negros, judíos, vagos, chupandines, gringos, y que todos ellos son fácilmente identificables, es más, las nacionalidades determinan las cualidades de sus sujetos, y se conocen fácilmente (por más que nunca hayas puesto un pie en su país de origen ni tenido a uno en tus narices).
....¿Con qué hacer frente a este tipo de disquisiciones supinas? ¿Qué hacer con alguien que se siente orgulloso de su ignorancia y ve en la instrucción la corrupción de un “sentido común” que se arroga la naturalidad?
....Norma sabe que la opinión es libre, ha escuchado por ahí sobre la libre expresión y los derechos humanos, no tardará en rebatir al que le objete sus prejuicios mediante esta simple alusión. ¿Sabe Norma que los mismos derechos humanos que señala apuntan hacia la igualdad y la erradicación del prejuicio que no sabe que tiene? ¿Sabe Norma que su opinión presuntamente propia viene establecida por pautas que van más allá de sus conocimientos y de su libertad crítica? Hasta dónde hemos llegado, que Norma cree que el que la refuta lo hace por desconocimiento de esos más que populares esquemas (que pululan en la sociedad parlante) cuando es ella misma la que sucumbe ante falsos paradigmas, ante fáciles connotaciones disvaliosas. Ojo que Norma ha aprendido bien, y ya sabe hacer por sí misma sub categorías, cada vez más pequeñas y selectivas, y se precia de ello.
....Y más que ojo, que cuando afrentes a Norma porque haya dicho, por ejemplo, que los gays son degenerados, ella te opondrá: no he dicho que sean malos o buenos, he dicho que son degenerados. Categóricamente. O cuando te atrevas a cuestionarle sobre las rubias tontas, dirá que no ha dicho que sean malas, sólo ha dicho que son tontas. Los hombres, por supuesto, todos infieles, no hay excepción, ni siquiera para confirmar la regla; se deduce de esto, además, que toda mujer será, por inclusión, una cornuda. Ella no está juzgando, dirá, ella sólo está describiendo su entorno. Cree que los intelectuales no entienden los chistes, son demasiado torpes para entenderlos, porque ella no puede aceptar que haya personas que no ríen de lo risible que son algunas otras, determinadas por su sexo, su profesión, sus inclinaciones, sus ideologías.
....¡Riámonos de todos entonces que es saludable! Buena argumentación para los que sostienen que reírse de los otros no es despectivo, ignorantes de lo que dichas insinuaciones al hacerse colectivas puedan aparejar, y de hecho han aparejado. Yo recomendaría mantener el tergiversador apagado. Bien apagado.
....Norma cree que su ignorancia es inocencia y que la lectura y la instrucción pervierten la mente humana o que, al menos, la saca del cauce natural que la haría pensar igual que ella, indefectiblemente. Para ella la Realidad es una sola.
....Norma existe, y está en todas partes.




8 comentarios:

Nelson dijo...

Qué cómico resultó esto, qué cómico y qué cotidiano. Abundan por todas lados, son la norma, como su nombre, y las excepciones, que las hay, sólo parecen estar para confirmar esta humana norma. Demasiados hay por todos lados. Ya parece una novela mexicana que se cansado de sus tontos y malos actores y ha invadido a los otros, que no les pagan por ser actores, aunque lo sean, y demasiado buenos.

néstor dijo...

La norma existe y, como dios, está en todos lados, pero de seguro tiene su casa matriz en argentina.

muy bueno. un abrazo.

Raymunde dijo...

Hay Normas de todas las nacionalidades y en todos los lados. Promueven, como tan bien describes, NoeliaA, un conocimiento natural, una ciencia infusa, por llamarlo de alguna manera, opuesto al conocer libresco, argumental, racional.
El encasillamiento es su especialidad y están peligrosamente inclinadas a sentirse ofendidas por maneras de pensar que no coinciden con la suya.

Yo he optado por alejarme de estos especímenes, con el deseo de conservar mi integridad física y mi cordura.

Y cambiando radicalmente de tema: quisiera pedirte permiso para linkear tu blog en el mío.

Marisa dijo...

Norma encarna todos los defectos que yo pueda ver en el ser humano. No es mala, es ignorante, que es mucho peor, porque no hay mayor ignorancia que aquella de no querer o poder ver los errores propios. Es el mejor camino para avanzar sobre la intolerancia y el analfabetismo. La consecuencia es inmediata: soledad social y de conocimientos.
La empatía prescrita, una por la mañana y otra por la noche, acabaría con su infelicidad. Aconséjaselo.

Buen texto , Noelia, comprometido y real, sólido y reflexivo.

Un abrazo.

Óscar Martín Hoy dijo...

La norma, vista como normalidad, como lo que es así porque no puede ser de otra manera. He conocido a tantas personas así que me he visto a mí mismo como el raro, el que piensa y se comporta de una manera que causa miedo o que intenta ridiculizarse tomándolo como los gestos de un soberbio, y entonces callan como un gesto de ignorancia o indiferencia, no se distingue bien. Qué bueno ser el otro, el que conoce las normas pero no las acata como una máxima.

Noelia A dijo...

Gracias, gente, por los comentarios, tan oportunos todos.
Raymunde, desde luego podés linkearme, ahora agregaré tu blog también en mi lista de links.
Marisa: se lo prescribiría, sabes, pero creeme que es una pérdida de tiempo, lamentablemente. Vos lo has dicho en un comentario anterior, te cito: "la ignorancia es muy atrevida"

Joe dijo...

La ignorancia es la peor de las impunidades.

jlg

Anónimo dijo...

Norma existe y, efectivamente, está en todas partes. Se multiplica, se expande, se divide y vuelve a crecer.

Es como los gremlims

Saludos

J.