jueves, 10 de septiembre de 2015

La compra

   Dijo que nada funcionaba, que lo había comprado todo en una de esas tiendas esotéricas que venden pura cosa vencida. Para probar, agitó la varita sobre el mantel y dijo abracadabra. La mesa se quedó tan vacía y quieta como estaba y el perro salió presuroso de la sala. Luego, tomó la alfombra, se subió a ella y la exhortó a volar. Pero nada. Así que dejó las cosas abandonadas y no me cobró un céntimo.
   Ignoraba lo primordial, la magia no está en los objetos. Caída la tarde salí a volar sobre el lago. Cómo me lucí, era un tapiz persa de los caros. De los que tienen los dioses.


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