Es como pisar un hueco
en cada paso.
Es observar, como un niño,
que lo que se arrojó
queda absurdamente suspendido.
El pánico
desafía la ley de gravedad.
Pareidolia parásita
invisible.
Síndrome de estatua.
Petrificación en medio de la avenida.
Socorrista nervioso que hace señas
para que no desboque
como caballo altruista
entregado a los demonios.
¿Por qué no puede cruzar la calle?
dirá alguien que nunca ha sido atropellado.
La intemperie es caerse hacia el universo
sin puntos cardinales
flotar a merced de una pedrada
atacada por los fantasmas de Parravicini
a las dos de la mañana...
Pero sin techo ni paredes ni suelo.
3 comentarios:
¿Por qué no podemos seguir siendo para siempre los mismos? Esa es la gran cuestión.
Saludos
J.
Para comprender a los otros, a veces, tendríamos que haber vivido su misma vida o pasar por situaciones parecidas, por eso, es más fácil llegar hasta los otros con el corazón -que es el que verdaderamente empatiza, entiende- pero con el corazón lleno de amor.
Es muy interesante este poema porque con cada verso podríamos pasar un largo tiempo discurriendo sobre su sentido posible.
Muy bueno. Un abrazo. Franziska
Algunas cosas cambian para bien. Otras no tanto, José, muy en lo cierto.
Franzicka, gran verdad la que decís, y si no hay empatía mejor no ponerse a juzgar. Siempre acertados tus comentarios, amiga. Un abrazo
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