viernes, 24 de julio de 2015

Batalla cotidiana

Después de luchar contra su resistencia abriéndole el hocico, como dice el video, y metiéndole las pastillas a la fuerza, para después masajearle la glotis mientras con la otra mano le mantuve la boca cerrada... Después de haber batallando con sus patitas por hora y media, de que me retirara las manos y se moviera como un caballo maltratado... Luego de verle regurgitar la medicina que había ingerido escondida en el alimento, una y otra vez... Pasado todo eso, gastada en repetidos intentos en los que improvisé diversas y absurdas tácticas, me quedé por fin con los brazos caídos, resignada. En una queja venida de la más desoladora impotencia, le dije:

―No vayas a tomarte las pastillas, eh. No. No. No…

La perra me miró entonces con su cara aburrida y disgustada. Caminó dos pasos hacia el contenedor del alimento donde reposaban los pedazos hechos pasta de la medicina, y se los tragó uno por uno. Al terminar, le pasó la lengua al recipiente.

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