Es domingo a la tarde y tocan la puerta. Como es eventual
que venga alguna visita abro distraídamente. Y…
―Vegnimog…
―A hagblag de la palagra…
Son dos, altos, rubicundos, ingleses, o tal vez
norteamericanos, bastante entusiastas.
―No, yo religión, no―digo.
Y cierro la puerta.
Antes me disculpaba, deseaba las buenas tardes, o agradecía,
pero luego entendí que cualquier cortesía era tomada como muestra de interés o usada como ancla para seguir con un discurso que ya me había
negado a escuchar.
De pura curiosidad permanezco unos segundos tras la puerta, y
oigo que riñen.
―Te digje queg degía así. Te lo digje.
―Entongceg eg tu cugpa, debigte preguntag en la greunión
cómo haceg con egia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario