En el bar al
que entramos las lámparas de pie estaban suspendidas desde el techo, su base
agarrada sin plafón. Una de las mujeres sostuvo:
―Somos nosotras las que estamos al revés.
Otra le contestó:
―Nosotras y los muebles, y los autos, y las casas...
―¡Caigamos!―dije yo―.¡Caigamos!
Y así fue como nos largamos, y se nos vino el mundo encima.
―Somos nosotras las que estamos al revés.
Otra le contestó:
―Nosotras y los muebles, y los autos, y las casas...
―¡Caigamos!―dije yo―.¡Caigamos!
Y así fue como nos largamos, y se nos vino el mundo encima.
5 comentarios:
Maldito sea el mundo, siempre complicando las cosas...
Un gusto volver a leerte...
Saludos
J.
José, drgaoncito de azúcar, un abrazo!
Tiempo sin que nadie me llame de esa manera... Mucho tiempo.
Saludos
J.
:)
Estupendo, Noelia: intensidad, brevedad, buen remate e ironía se cumplen cabalmente en este relato. Me ha gustado.
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