Abuela me impidió
besar el mármol, dijo “en esta tumba no está tu madre, acá hay nada más los
huesos”. La miré acomodar las flores,
pasar el trapo húmedo sobre el mármol del nicho. Era la segunda hilera,
contando desde el suelo. Una pared llena de huesos, sin madres, sin padres, sin
abuelos, sin hijos, sin hermanos, nomás los huesos. Siguiendo el rastro de las lágrimas de abuela,
pregunté: “¿ Y por qué le traemos flores si no está?”
Ella frunció
el ceño. Estoy segura de que odió mi manía de preguntarlo todo, pero respondió,
como pudo, ella siempre respondía, y yo valoraba eso. “Porque las miran de
arriba”
Dos años
después, por excesivas lluvias, techaron los bloques de nichos. Y yo dejé las
flores en la entrada.
1 comentario:
Tenía razón la abuela y que sabia su respuesta. Que bien escribes en tan cortos relatos.
mariarosa
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