viernes, 9 de octubre de 2015

Charla en el patio

   El otro día escuché al perejil hablando con la planta de tomates.
   —A vos te sacan un tomate de vez en cuando y ya ponés el grito en el cielo, a mí cada vez que me agarran me desfiguran.
   La planta de tomates se dejó balancear un poco por el viento, y contestó:
   —Bah. Yo duro una temporada y después me plancha una helada y no cuento más la historia. Vos en cambio rebrotás, sos un masoquista…
   En eso que estaban así, mirándose de reojo, mientras el viento los mecía a su capricho, cayó entre medio de ambos una naranja.
   —Viento de mierda—dijo la naranja.
   —Callate—rezongó una planta de rabanito alérgica a los pulgones—. Siempre puede ser peor.
   La naranja, a quien le hacían gracia las contestaciones del rabanito, lanzó una carcajada, y respondió:
   —¿Peor que haberme caído de la planta? Andá…
   Mi perra, que no los escuchaba y en cambio circulaba por el patio con total indiferencia e impunidad aplastando una hilera de hormigas diligentes —que lanzaron oraciones al dios de las hormigas como si el cataclismo del día final hubiera atormentado sus vidas—, husmeaba el terreno. Mi perra, decía, a quien raras veces se le da por orinar levantando la pata —porque ésta es actividad que reserva para los muros y árboles del exterior, adentro se agacha, como toda una dama— olió la planta de tomates primero, luego la de rabanitos y después la de perejil. Finalmente, y sin ningún motivo aparente, levantó la pata sobre la pobre naranja. Hecho esto, escarbó un poco el suelo con sus patas delanteras en una muestra de satisfacción y alegría. La tierra que levantó le cayó de lleno al perejil y uno de sus empellones le arrancó una hoja a la quejosa planta de tomates.
   —¿Vieron?—recalcó el rabanito—. Se los dije, ¡siempre puede ser peor!
   Esta vez, la naranja caída no se rió. Se rió una que estaba bien arriba, en la planta. A mí, francamente, me dieron pena las hormigas, tan apuradas por recomponer el caminito sinuoso que iba a la higuera, tan preocupadas por definir quién de todas ellas atrajo la desgracia. Tan ocupadas, siempre, tan ocupadas.

2 comentarios:

mariarosa dijo...


¡¡Muy bueno!!

Tan original que casi lo creí real, por las dudas voy a prestar más atención a mis malvones.

mariarosa

Noelia A dijo...

Gracias, compañera. ¡Un gusto que hayas disfrutado esta charla! Te aseguro que tus malvones tendrán mucho que contar, jaja.